Desde Santa Fe
Hoy, Hermes Binner será el primer gobernador en seis años que se anima a caminar por la plaza de Mayo -sin vallas y libre de pelotones policiales- en un festejo de la Revolución de 1810. El anterior fue Carlos Reutemann, en 2002, que terminó encerrado en la Catedral Metropolitana por una protesta social que lo obligó a salir por la puerta de la SacristÃa, a bordo de una 4x4 y con el auxilio de otro que ya no está: El ex arzobispo Edgardo Gabriel Storni. Fue la última fiesta oficial que presidió un primer mandatario de la provincia en el casco histórico de Santa Fe. Al año siguiente, en 2003, la ciudad aún seguÃa inundada por el rÃo Salado. Y en los cuatro años posteriores, el ex gobernador Jorge Obeid jamás pisó la plaza de Mayo por temor a los escraches y piquetes de inundados: En 2004, se fue a Brasil y dejó a cargo a su vice MarÃa Eugenia Bielsa a la que un grupo de manifestantes le copó el acto que se habÃa corrido hasta el salón Blanco de la Casa de Gobierno; en 2005, llevó el festejo a un cuartel en Recreo; en 2006, celebró en la Plaza del SÃ, en Buenos Aires, y en 2007, también prefirió irse lejos, a Mendoza.
El acto del 25 de mayo es una metáfora santafesina. Binner lo sabe. Y marcará esa diferencia con sus antecesores. Ya en su primer dÃa de gobierno ordenó desamar el vallado de hierro que protegÃa la Casa Gris de las furias ciudadanas y hasta supervisó personalmente los trabajos. Desde entonces, su ética del diálogo y el tono conciliador apunta a cicatrizar las heridas recientes, aunque habrá que ver si lo logra en lo que resta de su mandato.
A las 9, el gobernador presidirá el primer acto: el izamiento de la bandera y la entonación del Himno Nacional. El mástil está en el centro de la plaza, un monumento popular a la memoria rodeado de las cruces de 2003. Quince minutos después, Binner volverá al salón Blanco para intercambiar saludos protocolares con autoridades y legisladores. A las 10, caminará hasta la Catedral Metropolitana para asistir a la liturgia de Acción de Gracias que presidirá el arzobispo de Santa Fe, monseñor José MarÃa Arancedo. Y una hora más tarde, pronunciará su discurso en el acto central. Después, vendrá el desfile, y a las tres de la tarde, un festejo popular.
La vuelta de un gobernador al casco histórico alienta entonces el ejercicio de la memoria. La fiesta se interrumpió hace seis años, cuando Reutemann sufrió una encerrona en la Catedral, el 25 de mayo de 2002. Eran los tiempos del "que se vayan todos". Las heridas por la represión policial del 19 y 20 de diciembre de 2001 en Rosario -que dejó siete muertos- estaban abiertas. Y el subsecretario de Seguridad Pública, Enrique Alvarez, habÃa diseñado un operativo de seguridad a su estilo: vallas en los acceso a la plaza de Mayo y más de 350 policÃas en la calle. Alvarez ya habÃa sorteado los cambios polÃticos en el gabinete después de la represión de Diciembre Trágico y hasta dejaba una de sus frases para la posteridad: "En lÃneas generales, la policÃa no actuó bien, actuó muy bien", habÃa dicho.
La presión de más de 500 manifestantes derrumbó las vallas en la esquina de General López y 9 de Julio. El desborde acorraló a Reutemann, a Obeid -por entonces diputado nacional- y a la primera lÃnea del gobierno adentro de la Catedral. ÃChé, Lole, salÃ. Queremos ver la cara del FMI", le cantaron al ex gobernador. Después del Tedeum, Storni marcó una ruta de escape: la puerta de la sacristÃa por la calle San Jerónimo, por la que salieron casi todos. Reutemann, a bordo de una 4x4 de las Tropas de Operaciones Especiales. Uno se animó a salir por el frente de la Iglesia, el ex ministro de Salud, Carlos Parola, pero al costo de insultos, corridas y escupitajos.
A mediados de agosto de 2002 estalló otro escándalo, y un mes y medio después, el 25 de setiembre, Storni ya no era arzobispo. Al año siguiente, en 2003, la catástrofe del rÃo Salado sepultó el festejo del 25 de Mayo.
Ya en su regreso a la Casa Gris, Obeid esquivó siempre los actos en la plaza de Mayo. En 2004 viajó a Brasil y dejó a cargo a su vice, MarÃa Eugenia Bielsa, a quién los inundados le coparon el acto que hizo en el salón Blanco de la Casa Gris. Un grupo de manifestantes se filtró entre los ministros e invitados con sus carteles: "Juicio y castigo a los inundadores". Afuera, un grito se repetÃa hasta el cansancio: "ÃJusticia, justicia!". Entre tanta tensión y demandas, Bielsa exhibió su estilo: "El dÃa que se celebra la libertad del pueblo argentino me parece que la ciudadanÃa tiene derecho a seguir expresándose", dijo.
En 2005, Obeid se quedó en Santa Fe, pero llevó al festejo al ex Liceo Militar en Recreo, que ahora el gobierno de Binner quiere convertir en centro cÃvico. El argumento era que "los festejos estaban alicaÃdos. Cada vez participaban más funcionarios y menos gente. Entonces, le queremos dar el brillo que se merece esta fecha patria", decÃa Obeid. Y asà abonó la idea de llevar los actos a un predio militar, que -de paso- lo protegió de las protestas.
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