¿Cuál fue la escena más erótica que viste en el cine?, nos preguntamos casi al mismo tiempo, chateando con W.Q. Le contesté que la del chino de El Amante cuando sube al auto de impecable traje blanco, invita a la chica que se sienta de un lado y apoya la mano sobre el asiento. El chino, que es joven y tiene el rostro tallado y brillante, cruza las piernas, mira distraídamente por la ventanilla y arrastra su dedo meñique con lentitud y cautela hacia el meñique de la chica. Ella es europea, una adolescente pupila en un colegio. No le presta atención a su compañero, mira sin mirar, y el corazón se le acelera sabiendo que en pocos minutos el meñique del hombre se va a montar sobre el suyo. Y ella se deja. Esa tensión, ese paréntesis entre la aceptación y el rechazo, entre el placer y la indignación, es una forma de erotismo. Ninguno de los dos movió su cabeza que quedaba fija en el paisajes anodino del camino. Y ambos meñiques se enredaron, se acariciaron, se frotaron. Los cuerpos de ambos comenzaron a sudar y la respiración fue más intensa.

Volviendo a la pregunta, ¿cuál es la escena más erótica que viste en el cine? W.Q. me contestó que la misma escena del chino de El amante, del director francés Jean Jacques Annaud, exhibida en 1991 y basada en el libro de Marguerite Duras, El amante de la China del Norte, 1984. ¿Se hubiera podido hacer esta película hoy en día, en el primer cuarto del segundo milenio?, ¿sería aceptable contar la pasión entre una joven de 15 o 16 años y un hombre de 27? Las formas de abordar el erotismo cambian y son aceptadas o rechazadas según las épocas y las geografías. (…)

En la Antigua Grecia, cuando un adulto se enamoraba de un joven le regalaba un gallo para demostrar su interés. El adolescente que no recibía un gallo se frustraba. Hoy ese adulto sería denunciado a la justicia.

Hay tantas definiciones de erotismo que desistimos de aportar una más. Quien no desistió es Ernesto Pesce, que desde los años 70 viene explorando el tema en sus dibujos y pinturas. El erotismo atraviesa su vida y es un volcán que erupciona en su obra. En este volumen hay una selección casi exhaustiva de sus dibujos, litografías, collages, pinturas y obra digital. (…)

En cada escena pintada por Pesce más bien se respira una atmósfera calma y relajada, más que arrebatos de pasión. Hay personajes y situaciones que varían una y otra vez, cuerpos desnudos, acostados, parados, sentados, sobre una hamaca que cuelga de dos árboles, sobre una alfombra o sobre la cama. En ocasiones esos cuerpos ni siquiera se tocan, están ahí, hasta sin mirarse siquiera; otras veces se enredan en juegos orales y se pulsan sin pudor. Tomemos una obra azarosamente (falso azar, confieso): Un hombre de barba corta, con un sombrero que lo protege del sol pinta una sirena sobre la espalda de una mujer que se recoge el cabello para escudarse del viento y la arena. Es una hermosa variación de un tema clásico: el pintor y su modelo. Aquí el lienzo es la espalda femenina acariciada por el pincel mojado del hombre; a la vez, el motivo pintado es una sirena, desnuda arriba de la cintura y con cola de pez. La modelo se sujeta la cabellera alborotada por el viento, algo que la sirena pintada en su espalda también parece hacer. Este es el tono que se respira en el erotismo de Pesce, un hombre y una mujer, que intiman con cierta lejanía, una playa con olor a enero, o quizá una cama con sábanas recién lavadas. En términos simbólicos el agua se asocia a lo femenino/receptivo, y la tierra a lo masculino/activo, es decir que ambos elementos refuerzan la dualidad hombre y mujer. La línea de horizonte de la playa puede estar acompañada de palmeras, canastas de frutas o peces recién salidos del mar. No menos importantes son los patrones de diseño para aludir al mar, las olas, el cielo, viñedos, alfombras o pareos de playa, en todos los casos hay un equilibrio entre lo anecdótico y el diseño. (...)

¿Qué artista se resiste a mostrar su admiración hacia los grandes maestros con alguna cita más o menos evidente? Pesce no es la excepción, rescatemos esa mujer azul que evoca a Henri Matisse, y otros ejemplos, pero sobre todas las cosas Pesce desborda un afectuoso interés por sus coetáneos. En esas escenas de harén oriental la mirada del espectador se desvía de los cuerpos y se encuentra con obras reconocidas de escultores como Pájaro Gómez, Bastón Díaz, Jorge Gamarra, Dora Isdatne y otros tantos. (…)

Pesce tiene una gran conexión con el lejano Oriente, sea China, Japón e incluso India; ¿cuántos dragones chinos vemos pintados o tatuados en espaldas, piernas o abdomen de sus personajes? La sabiduría ancestral de la China está presente en los hexagramas del I-Ching, el libro de las mutaciones, que algunas veces aparecen tatuados en el brazo o pecho de hombres y mujeres. Al buen observador no se le escapan algunas asanas o posturas de yoga que remiten a la antigua India. La serie La casa de las bellas durmientes está inspirada en la novela homónima que Yasunari Kawabata (1899- 1972) publicó en lapón en 1961 y se tradujo al español recién en 1978. Eguchi es el protagonista de esta historia, un hombre mayor que frecuenta una posada donde puede pasar la noche junto a jóvenes mujeres dormidas a condición de no tener ningun contacto físico con ellas ¿Es esta la quintaesencia del erotismo? Es la mirada la que acelera el corazón, no la caricia o el beso. El hombre no sabe nada de las doncellas, y son sus pensamientos los que alzan el andamiaje de sus fantasías, mientras el cuerpo femenino se ofrece inerte. De alguna forma hemos vuelto a los inicios de este texto, a la literatura inspirada en Oriente.

¿Qué ha dicho Pesce de estas obras? "Hay que mantener el erotismo hasta el final de tu vida. Para mi es placentero y en mi obra evito la cosa grotesca". Efectivamente no existe chabacanería ni obviedad en ninguna obra, hasta se podría decir que hay cierta timidez en el erotismo. ¿Qué sucede con el receptor, el espectador? Hay quienes ven en estos dibujos un jugueteo acu y hay quienes sienten cierta incomodidad y transitan los caminos de la polémica. Dice Pesce: “Me interesa el erotismo porque todavía molesta, no sé muy bien porqué, a lo mejor tene que ver con la carga religiosa que arrastra el estigma de lo erótico. Me ha pasado estar con profesionales, gente con educación superior que frente a una obra erótica no sabe que hacer. Siento que todavía hay muchos prejuicios. Pensar que hay ánforas griegas con escenas eróticas maravillosas y todavía hay gente que se siente incómoda".

Recorrer la historia del arte es caminar los senderos del erotismo en todas las formas imaginables; por alguna extraña razón hay gene que teme o rechaza imágenes que despierten el deseo. Pesce demuestra que el erotismo es algo vivo y vigente: “Está mal visto que a determinada edad uno tenga deseos y apetitos sensuales, estigma que me incentiva a seguir haciendo obras con más carga erótica todavía. Los prejuicios inhiben el deseo, pero creo que el ejercicio del erotismo, el impulso hacia otra persona, es algo muy bello y se puede extender a lo largo de tu vida”.

* Crítico de arte, docente y curador. Fragmentos editados del texto introductorio del libro Erótica, de Ernesto Pesce (210 págs., edición del autor), que incluye obras del período 1974-2023. El volumen se presenta mañana a las 18hs en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), con la presencia del autor, junto a María Teresa Constantin y Julio Sánchez Baroni. Contacto: [email protected]