Una investigación realizada por el CONICET con apoyo de la Comisión Trinacional del Río Pilcomayo, concluyó que la carne del sábalo encontrado en la cuenca baja del río es apto para el consumo.

La investigación determinó que los valores de metales pesados en los tejidos de sábalos que se encontraron en el cauce principal del río Pilcomayo y en el Bañado La Estrella (en Formosa) son mucho más altos que ejemplares de la especie de ríos como el Paraná. Sin embargo, tras los análisis, la investigación concluyó que su carne es apta para el consumo humano.

Estos resultados solo apuntan a describir la situación para los peces que están en la cuenca baja, potencialmente impactados por la minería realizada en la cuenca alta, ubicada en Bolivia. No se descartó que los parámetros varíen dependiendo de dónde se colecten los ejemplares.

El doctor en ciencias biológicas Esteban Avigliano, a cargo de la investigación realizada con relevamientos durante 2022 y 2023, indicó a Salta/12 que se pudo determinar que la existencia de los metales en agua y sedimento se incrementa con la altitud y la proximidad a las zonas de explotación minera de Bolivia.

Explicó que el sábalo migra desde la llanura chaqueña (Argentina-Paraguay) hasta el tramo alto del Pilcomayo en Bolivia, donde se convierte en el principal recurso pesquero para consumo y comercio de algunas comunidades ribereñas.

La investigación también determinó los niveles de arsénico y metales pesados en sedimentos y agua desde los andes bolivianos hasta el río Paraguay. En ese tramo se registraron varios sitios de muestreo en el Gran Chaco, incluyendo el cauce principal del Pilcomayo, Bañado La Estrella, uno de sus afluentes.

Se compararon estos niveles con sitios de referencia geológicamente similares pero que no fueron impactados por la minería, ubicados en diferentes brazos del Pilcomayo y el río Bermejo, que también nace en Bolivia. Estos análisis indicaron que la composición de metales en los sedimentos de la cuenca baja no puede ser explicada por la geología de la cuenca, sino que tiene un origen antrópico, relacionado con la actividad minera.

Impactos en la salud

Respecto del análisis de riesgo para la salud que se realizó en el marco de esta investigación, Avigliano sostuvo que al hacer las simulaciones considerando la tasa y frecuencia de consumo de pescado, la toxicidad de los metales y la edad y el peso de la población, los datos indican que “no hay riesgo” para la salud. 

El investigador añadió que “los niveles de metales están por debajo de los límites recomendados” a nivel internacional. Ello pese a que los peces del Pilcomayo presentan cuatro veces más niveles de mercurio que los del Paraná, por ejemplo.

Sin embargo, Avigliano señaló que la alerta por la concentración de metales pesados en el sedimento, junto con la estacionalidad del caudal y las migraciones del sábalo, debe ser considerada. Por lo tanto, es necesario implementar monitoreos para evaluar cambios en los niveles de contaminación que podrían superar los límites máximos recomendados para la salud.

El objetivo es anticipar los posibles cambios en la contaminación y garantizar la seguridad alimentaria en la región.

En la presentación del trabajo, se indicó que la investigación fue posible “gracias al financiamiento de Francia en conjunto con la Comisión Trinacional del Pilcomayo, con apoyo de Bolivia, la provincia de Formosa, y mínima participación del Estado Nacional Argentino”.

Se recordó además que el sector privado no invierte en políticas públicas de salud, ambiente o seguridad alimentaria, “salvo que exista un interés comercial directo”. Y al continuar con las comparaciones, se recordó que los países del primer mundo “invierten en ciencia para asegurar su futuro”, por lo que se afirmó que “el apoyo estatal a la ciencia no solo es necesario: es estratégico”.