Claudix Vanesix es unx artista visual y performer, que investiga la Inteligencia Artificial y la realidad virtual. Su trabajo abre el debate sobre el sexismo y el racismo en la vida social digital y reflexiona sobre su impacto en el mundo físico. Claudix crea performances y arte de realidad virtual que cuestiona la narrativa de la inevitabilidad tecnológica al mezclar nuevas tecnologías con tradiciones ancestrales. Junto con la colectiva Amixr, en Perú, se proponen construir otros futuros posibles.

Nos abrió las puertas de su estudio en Tabakalera, el Centro Internacional de Cultura Contemporánea en Donostia (San Sebastián), donde se encontraba realizando una residencia en artes visuales y conversó con SOY sobre su trabajo reciente “GAN: Generative Adversarial Nuisance”, una serie de video-performances que interrogan críticamente la interacción entre el cuerpo humano y la IA.

 

 

¿Cómo es tu trabajo con la tecnología y la Inteligencia Artificial, cómo lo definirías?

-Vengo de una tradición de danzantes tradicionales en Perú, mi relación con el cuerpo y la música es algo normalizado dentro de mi familia. Dentro de esa tradición, mi rol no había sido el de ser danzante sino más el de construir indumentaria. Entonces, es ahí mi punto de partida a nivel cultural y social: las técnicas artesanales me vienen acompañando y forman parte de mi repertorio muscular. La tecnología es algo que llegó a mi a la fuerza, durante la pandemia, porque todos los eventos de teatralidad o de presencialidad se clausuraron por las cuarentenas, y no había manera de saber cuándo iban a reanudarse. Comencé a explorar algunas cosas a través de la laptop, y llegué a la inteligencia artificial como herramienta generativa y a la realidad virtual como una fisicalidad aumentada. Entonces, en los últimos años mi búsqueda ha sido alrededor de cómo yo cuerpo danzante me convierto en una interfaz que comunica las tecnologías de nuevos medios con las audiencias, específicamente las audiencias que no suelen tener acceso a las tecnologías.

 

 

Y en ese sentido, ¿qué diferencial te parece que aporta tu búsqueda, tu investigación, tu propuesta?

-Grupos que no se los considera autores de imaginarios de futuro, en general, personas indígenas o personas que se identifican como transexuales o incluso la autoría femenina también es un punto que no ha tenido tanta posibilidad de posicionarse como autor de un futurismo. Y ahora lo que estoy construyendo, mi punto de enunciación se alimenta de eso… se alimenta del afrofuturismo, de los tecno feminismos. Entiendo el feminismo como un evento que necesita ser atravesado por una mirada decolonial. Eso le da un arraigo físico que tiene que ver con la historia del lugar de donde yo vengo y con cómo me toca, me impacta pertenecer a un mundo global, un mundo digital.

La propuesta que vengo articulando tiene que ver con cómo aceptar la evolución de las tradiciones, cómo permitirnos cambiar, modificarnos, ser tocados por los eventos que le están aconteciendo al resto del planeta, como internet, la realidad virtual, la inteligencia artificial… las personas peruanas no somos inmunes a la tecnología (risas), no tenemos alergia a la tecnología. Hay, sin embargo, un montón de proyectos políticos que nos han mantenido apartadxs de ser creadores. Tenemos tratados de libre comercio que nos posicionan como proveedores de materias primas pero que no nos permiten generar nuestros propios mercados, nuestras propias industrias. Entonces son contratos que han establecido nuestros países, principalmente con Estados Unidos, que nos ponen en la circunstancia de ser compradores no de ser creadores. Entonces, lo que vengo trabajando junto con una colectiva en Perú que se llama Amixer es comenzarnos a imaginar cómo las personas indígenas de los Andes, de la Amazonia y de la costa en el Perú, construiríamos un supuesto lenguaje andino futurista o amazónico futurista que tenga que ver con comunicarnos a través del video, del videojuego, a través del meme, desde una posición política del uso de la tecnología para criticar la tecnología o utilizar la tecnología para explicitar que no hemos formado parte de su creación y que, por lo tanto, las maneras que tiene de representarnos están sesgadas o están llenas de estereotipos o tienen bastantes vacíos.

 

 

En una de tus obras hablás sobre esto, donde la IA no puede decodificar un cuerpo trans masculino…

-El último proyecto que estoy trabajando ahora se llama Gang (Generative adversarial nuisense) que es un juego de palabras con la técnica de IA que originariamente sería Generative Adversarial Network. Y lo que quería hacer es probar que la IA no es inteligente en sí misma, en tanto que está compuesta de imaginarios de las personas que lo han entrenado, de un repertorio de imágenes, muchas de ellas obtenidas sin consentimiento y, además, que obedecen a categorías que terminan siendo el reflejo de los prejuicios de quienes inventaron esas categorías. Entonces, en este proyecto, trabajo con la representación de tres ejes trans: lo transracial, lo transgénero y lo transhumano.

¿Nos darías un ejemplo?

-Bueno, en el eje de lo transgénero, cuando yo le indico a StreamDiffusion (que es el modelo de IA con el que estoy trabajando) que genere imágenes de una persona transexual siempre arroja un cuerpo transfemenino. Porque la categoría en sí misma, si bien está representada limitadamente, aún así es mucho más visible que lo trans no binario o lo trans masculino. Por lo tanto, da lo mismo cual es el video input que yo le alimente, cuando yo le pido que genere imágenes de algo transexual, lo feminiza porque dentro de su ignorancia lo transexual es una mujer trans únicamente. No entiende de espectros, tiene una visión con categorías…más o menos intenta representar una versión única y perfecta de lo que una palabra podría ser. Entonces, tiene un concepto que se llama “truncación”, en cuanto más grande sea la truncación es la representación más perfecta de lo que la IA piensa que esa palabra es. Entonces, una truncación perfecta de lo que es lo indígena, según el proyecto que estoy trabajando, es un rostro femenino muy parecido a Pocahontas, muy parecido a Moana… esas son las representaciones que actualmente tienen mayor espacio dentro del universo de lo visual, generativamente hablando. Está lleno de estereotipos, eso es con este proyecto lo que estoy tratando de mostrar.

¿Cómo es la relación con tu cuerpo? ¿Cómo te representás como artista?

-El cuerpo es quizás lo primero que todxs tenemos para expresarnos, es nuestro vehículo en el mundo y nuestro avatar frente a los demás. Yo practico mucho el diseño de mi cuerpo. Desde mi cabello, mi maquillaje, mi ropa o mis zapatos, mis accesorios porque encuentro que mi punto de enunciación por excelencia es lo que mi cuerpo comporta, tanto en forma de movimiento como en forma de imagen (aumentada). Tengo un cuerpo de obras en las cuales, precisamente, mi cuerpo como danzante está presente para cuestionar cosas que en el fondo no son tan visibles pero que terminan teniendo consecuencias muy grandes para quienes tenemos un cuerpo, como por ejemplo, la tradición de la danza de mi familia. Si bien ningún danzante danza mostrando sus genitales, por alguna razón, es imperativo que los danzantes sean hombres, es decir, entendido como persona pene portante. Eso es algo que se está deconstruyendo, se está desafiando, así como también la práctica de los sikuris, así como también muchas otras prácticas dancísticas y musicales en todo este territorio que fue colonizado. Eso está pasando fuertemente ahora, yo creo que mi caso no es para nada aislado y que precisamente toca fibras importantes, que nos recuerda que las condiciones bajo las cuales nacimos no son las únicas condiciones sobre las cuales tenemos que aceptar la vida hacia el futuro y que tenemos la capacidad de ser autores/as de lo que queremos que sea el futuro.

¿A qué le llamás futurismo andino? ¿Lo presentás como una alternativa posible frente a otras formas tal vez más monolíticas de imaginar el futuro?

-Y creo que con el futurismo andino, con el anti futurismo, con este punto de expresión estética que vengo ensayando, con este punto de enunciación político que vengo defendiendo, es mi manera de decir yo creo en esto y estoy listx, estamos listxs para organizarnos alrededor de una propuesta que sea mucho más grande que un grupo de personas como el que ahora somos mi colectiva y yo. Sino que realmente comienzo a ver propuestas en Colombia, Ecuador, Chile, Brasil, Filipinas, Lagos, en Nigeria… Hay un montón de propuestas que están tratando de darle batalla al colonialismo, al colonialismo interno en nuestras mentes, al tecno feudalismo, a la visión de que estas tecnologías son un futuro inevitable. Entonces qué entendemos por tecnología es algo que ahora tenemos que volver a preguntarnos; qué cosas son buenas prácticas para el futuro y creo que es muy apropiado que cuestionemos si solamente somos receptáculo de propuestas o podemos finalmente tener una voz propia.