“Lo viejo funciona”.
Tomado de la serie El Eternauta,
basada en la novela gráfica
de H.G. Oesterheld y F. Solano López.
Querido lector: el éxito arrollador de la serie neflixiana inspirada en la inolvidable novela gráfica de Oesterheld (quien continúa desaparecido, como tantos y tantas compatriotas) y Solano López me hace pensar que para muchos y muchas, por horrible que pueda ser el panorama que muestra una ficción, es preferible a la actual realidad circundante, tan demencial que será muy difícil – desde aquí va un desafío a los escritores– de transformar en novela.
Me ha pasado repetidamente, y dígame usted, lector, lectora, si no ha compartido esta experiencia, de querer charlar con alguien acerca de los precios, las elecciones, la geopolítica, el futuro de la Humanidad, la situación de los jubilados, el trabajo remuneradito, o incluso el fútbol, y recibir como respuestas:
· Che, ¿por qué capítulo vas?
· ¿Ya la viste toda?
· ¿Viste que eso no estaba en la original?
· ¿Contaste cuántos dedos tienen los “Manos”?
· ¿Te parece que El Eternauta aceptará ser diputado en octubre?
· ¿Salvo se llama “Juan” o “Juan Domingo”?
· ¿Sentís que esto abre una nueva esperanza en el campo nacional y popular?
Y tantos otros interrogantes cuya respuesta no tengo..., ni busco.
Pero el fenómeno trasciende nuestras fronteras nacionales, y el mundo, nuevamente, nos toma como ejemplo. En cualquier momento escucharemos, ponele en Singapur, a alguien diciendo: “¿Argentina? ¡Ah, sí: Gardel, Maradona, Messi, Juan Salvo!”. O se pondrá de moda en Europa que los bondis rompan las vidrieras de los negocios. Vaya uno a saber. Estos dos ejemplos son ridiculeces de mi afiebrada neuronita; lo que sí parece ser cierto es que en Japón hay un “furor” por jugar al truco.
Según me cuenta Gugl, el truco es un juego originado en España a partir de otro de origen árabe, pero que, como tantos españoles, terminó afincándose en el Río de la Plata, y diría yo que tiene doble nacionalidad: argentino-uruguaya. También me cuenta Gugl que es un juego que “articula el engaño y la mentira con la finalidad de ganar”. ¡Ojo, Gugl, pregunté por el truco, no por la política ni por la economía ni por la pareja, ni ….! Lo cierto es que en el truco se suman al azar: el conocimiento del otro (sobre todo si se juega de a cuatro), la trayectoria, la experiencia, la oratoria, la capacidad “teatral” de cada une y tantas otras cosas.
Es un juego complejísimo y simple a la vez, muy divertido, y que no entiendo por qué no forma parte de la currícula escolar. ¿No sería una buena manera de conocer-comunicarse con el vecino?
¡Bien entonces, por los japoneses! Aunque habría que advertirles (como lo hicimos con Daniel Paz en el chiste del miércoles 14/5 de la tapa de este mismo diario): "Queridos japoneses: en su afán de imitar a los argentinos, si empiezan por el tango y siguen por el truco, es posible que en cualquier momento se pongan a aumentar los precios y a desvalorizar el yen".
Pero quiero decirles que el éxito eternáutico me hizo acordar a otra historia de ciencia ficción distópica (¿acaso no lo son todas?) que conmocionó al planeta. Se trata de la película Matrix fenómeno mundial cinematográfico de fin de siglo.
Aclaración para centenials/milenials : En esos lejanos momentos premedievales, hablo de 1999, la gente solía ver las películas en el cine, que era un lugar público al que uno accedía pagando una entrada y donde veía una película con la luz apagada, toda de corrido, del inicio al final, sentado en una butaca, y en general acompañado por otras personas a las que mayormente no conocía. El objetivo de la existencia de esos lugares era económico, como lo sigue siendo, pero también cultural –difusión del arte– y social –encuentro con amigos o cercanos, “otros” presenciales–. Y la forma primordial de obtener dinero era con las entradas, y solo secundariamente con la venta de café, gaseosas, pochoclo, golosinas).
Fin de la aclaración: ¡Gracias por seguir leyendo!
En esa película se ve un mundo del futuro en el que la humanidad ha perdido la guerra contra la tecnología, y entonces los robots (IA, etc.) en vez de eliminarnos de la Tierra, nos usan para que les generemos energía barata.
Los humanos hacen eso sin quejarse, porque, disociados nuestros cuerpos de nuestras mentes, los cuerpos laburan sin parar en unas máquinas, mientras las mentes están metidas en “The Matrix”, un sistema informático, web teragigantesca, donde aprendemos lo que queramos gracias a un programita, comemos comida virtual gracias a otro programita; y el amor, el sexo, la amistad y lo que quieras son también programitas que usted puede adquirir, si califica. Ni siquiera sabemos que nuestros cuerpos están en otra parte.
Cualquier parecido con la realidad es pura anticipación artística.
¡Ah, me olvidaba…! ¡En Matrix, excelente película por cierto, era complicado jugar al truco!
Sugiero acompañar esta columna con el video estreno de Rudy-Sanz: “Humor y autoritarismo”, Episodio 7 de la serie de charlas
“¿ Cómo llegamos a esto?