Con catorce ediciones encima, el Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC), que se realiza en la emblemática ciudad cordobesa, se ha convertido en un clásico dentro del calendario cinematográfico nacional. Catorce ediciones no excentas de dificultades (crecientes), en las que sus responsables perseveran en el empeño de acercar a sus espectadores un cine que se aparta a conciencia de la producción industrial y masiva. En su lugar, el FICIC alimenta sus pantallas con películas de espíritu más cercano a lo artesanal y narrativas que avanzan por caminos poco frecuentados.
Hasta el 11 de mayo, el FICIC ofrece un programa desafiante curado por su histórico programador, el crítico Roger Koza, que no se limita a la proyección de los largos y cortos repartidos en sus diferentes secciones y competencias. La propuesta también incluye charlas, presentaciones y debates, que alimentan el vínculo directo entre los artistas e invitados y el público. A partir de eso, el festival da cuenta de la actualidad del cine en la Argentina, la región y el mundo. Para confirmarlo basta recorrer las películas que oficiaran de apertura y cierre en Cosquín.
El honor de abrir el festival le corresponde a El mensaje, último trabajo del santafecino Iván Fund, que viene de ganar el Oso de Plata en el Festival de Berlín. La película tiene como protagonista a una niña capaz de comunicarse con los animales, don que su abuela afirma es una herencia de familia. Según Koza, “El mensaje no es una apología de la superstición sino un retrato laborioso sobre el idioma de la infancia y el sentido de la creencia” que excede lo religioso y lo místico. El festival también le dedica un foco a la obra de Fund, incluyendo sus películas Piedra noche (2021) y Vendrán lluvias suaves (2018).
En tanto, la encargada de marcar el punto final del 14° FICIC es Cuando las nubes esconden la sombra, del chileno José Luis Torres Leiva, una fábula en torno al duelo. La misma transcurre durante la espera previa al inicio de un rodaje, en la que su protagonista, interpretada por María Alché, se ve envuelta en situaciones cotidianas mínimas, aunque no por eso intrascendentes.
Son cinco las películas que integran la Competencia Internacional de Largometrajes, dos de ellas internacionales y tres argentinas, de las cuales dos fueron producidas y filmadas en Córdoba. La primera es Después, la niebla, que marca el debut en la ficción de Martín Sappia. Drama introspectivo donde la mirada política surge con naturalidad, esta película (como todas las producciones argentinas estrenadas en el último año y medio) fue producida gracias a fondos de fomento hoy desarticulados por el gobierno de Javier Milei.
César es el sereno de una fábrica que emprende un viaje para recuperar las cenizas de un ser querido, enterradas en una propiedad familiar que acaba de ser vendida. Reconocido montajista, Sappia construye una narrativa en donde los silencios y los encuentros fortuitos aportan profundidad, mientras la una fotografía expresiva captura al mismo tiempo la inmensidad del paisaje y la soledad de César.
Bajo la máscara del relato distópico, el cineasta cordobés Pablo Martín Weber imagina un futuro cronológicamente indeterminado, en el que una IA de origen chino llamada Confucio ha tomado el control, convirtiendo la memoria de las personas en bases de datos controladas por la policía. A partir de la ficción, Ecos de Xinjiang juega con los límites de las formas cinematográficas para ofrecer un ensayo sobre la memoria en la era digital. En su ópera prima, Weber construye un expresivo collage digital tan barroco como abstracto, donde lo real y lo virtual se funden en un mismo caos.
Filmada como una respuesta posible a la pregunta acerca del límite entre la realidad y el cine, en El príncipe de Nanawa lo que ocurre en pantalla se percibe como continuidad directa de la vida. Aquí, la cineasta correntina Clarisa Navas sigue durante una década a Ángel, un niño paraguayo de 9 años que crece en la frontera con la Argentina. El resultado es un retrato íntimo que captura con crudeza y ternura los cambios físicos y emocionales de su protagonista. Revelando la poética de lo cotidiano y evitando la tentación del exotismo, Navas logra conmover de forma honesta, haciendo que la cámara se convierta en cómplice de Ángel y en la puerta de entrada a un mundo mejor para los espectadores.
Confrontando la violencia estructural de la India moderna con el pacifismo de exportación con el que se identifica su cultura, Devastado trabaja sobre narrativas paralelas. Un policía justifica ante su esposa el placer que le provocan los asesinatos de musulmanes que él mismo comete al margen de su cargo. Mientras, en otro lugar, Krishna insta a Arjuna a cumplir su deber como guerrero. Al mismo tiempo, Devastado incluye tres escenas que ponen en eacción la doctrina represiva establecida por los manuales usados por la CIA para justificar el uso político de la violencia y la tortura. En su octavo largometraje, el cineasta y antropólogo indio Ashish Avikunthak desmonta la metafísica que legitima la crueldad para cuestionar la moralidad religiosa y estatal.
Quinta película de la Competencia de Largos, Los fragmentos, de Masha Chernaya, busca capturar en primera persona el colapso social en la Rusia de 2022. La directora, también protagonista, filma la despedida de un país que se desmorona, el suyo, mientras la muerte de su madre, la huida de su pareja del reclutamiento militar y su propia crisis de identidad se combinan para hacer que el cine se convierta en su único refugio. Eludiendo el panfleto político, Chernaya convierte la decisión de filmar en un acto de supervivencia.
El FICIC también alberga dos competencias de cortos, una internacional y la otra exclusiva para trabajos producidos en escuelas de cine. La primera reune un total de 12 títulos entre locales y otros procedentes de Cuba, Alemania, Corea del Sur, España, Francia, Rusia y México. Por su parte, la competencia de escuelas engloba otros siete cortos de instituciones de todo el país. Otro clásico de Cosquín es la sección Filmoteca en Vivo, curada por el investigador Fernando Martín Peña, que este año reúne tres películas protagonizadas por mujeres fuertes: Fuego de juventud (Made, Inglaterra - 1972), de John Mackenzie; Chicas que trabajan (Working Girls, EUA - 1986) de Lizzie Borden; y Sola ella (Solo Sunny, Alemania Oriental - 1980), de Konrad Wolf y Wolfgang Kolhaase. Buenas opciones para volver al cine a ver lo que las plataformas nunca te van a mostrar.